El director Paul Thomas Anderson nos
traslada a una época desde las costumbres más íntimas, hasta lo más cotidiano y
conocido. Su maestría radica en el tiempo que dedica a los planos de sus tomas
para ir tejiendo poco a poco una historia tan inusual como familiar, en las
grandes actuaciones de sus protagonistas, –que de por sí, «alguno» merecía
ganar el Oscar-
Esta obra nos encamina en la vida Freddie Quell
(extraordinario Joaquin Phoenix), un borracho conflictivo y
trastornado, que después de haber servido como marino en la Segunda Guerra
Mundial, no sabe qué rumbo tomar con su vida. Y, por azar del destino, se
encontrará con Lancaster Dodd (extraordinario Philip Seymour Hoffman),
líder de un movimiento filosófico (y casi religioso) conocido como “La
Causa”; así como con su esposa Peggy (Más que notable Amy Adams).
La película es contemplativa, –como si los ojos de Dios
estuvieran observando las desventuras de los personajes–. Se toma su tiempo,
viaja y se centra en los anhelos, motivaciones y pasiones de los protagonistas,
de los cuales -casi todos– tienen un propósito fijo, que contrasta con el de
Freddie, que no sabe qué demonios hacer con su vida, retratando su soledad, su
locura y su odio en los rasgos de sus rostro, en su mirada o su abandono en la
bebida. Los ideales y propósitos de “La Causa” nos hacen recordar a todas esas
sectas religiosas que tanto abundan en el mundo, albergando a todas esas
personas carentes de propósitos o desorientados en la vida, todos los Freddie
Quell que hay en el mundo y, que hay en nosotros mismos.
The Master. Es, de esas historias que
tienen varias lecturas y, todas esas lecturas serán validas, porque lo que el
director nos quiere mostrar, es más que la historia de dos hombres encausados
en un movimiento filosófico, nos quiere revelar una historia sobre el verdadero
significado de la vida y por lo que verdaderamente luchamos. Algo que nos
muestra «cuadro a cuadro», «secuencia a secuencia», como una rara obra de arte
y por lo mismo tan incomprendida por tanta gente que dejó de lado este
filme, reduciéndolo a un culto de unos pocos.
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