miércoles, 25 de junio de 2014

Cuando los vampiros bailan


Aproximadamente a finales del siglo XIX, el profesor Ambrosius (Jack MacGowran) y su torpe ayudante Alfred (Roman Polanski) se embarcan en un viaje por una congelada región de Rumania en busca de develar los misterios del fenómeno vampírico. Se alojan en la posada de Shagal (Alfie Bass), donde también vive su hija Sara (Sharon Tate). Una noche un vampiro secuestra a la hija del posadero, por lo que el profesor y su ayudante van a su rescate. Este es el argumento de uno de los primeros largometrajes que dirigió y escribió Román Polanski, allá por el año 1967, llamado El Baile de los Vampiros, aunque su título original sea The Fearless Vampire Killers (Los intrépidos vampiros asesinos).

Esta película es una especie de parodia a las producciones de vampiros de la época, que combina el terror con el humor fino de situaciones, pero Polanski además le añade un toque erótico y dramático, remarcando que en sus películas no existe el tan empalagoso “y vivieron felices…”. A pesar que su argumento es ligero y no profundiza demasiado en sus personajes, algo atípico en este magistral director, es compensado con sus hilarantes situaciones, su buena ambientación de la época, sus dinámicas actuaciones y, por supuesto, la magnífica banda sonora de Komeda.  

El interés amoroso del torpe y miedoso Alfred por la hija del posadero, Sara, que es una chica con poco pudor y adicta a bañarse constantemente, es de lo menos logrado en la película, a pesar de que ambos tengan una gran química y funcionen bien en pantalla, pues no se profundizan bien en la historia y apenas cruzan algunos diálogos. El contrapeso argumental se encuentra en la buena introducción de los protagonistas en el lejano pueblo, familiarizándonos inmediatamente con el entorno, además de la aparición definitiva de los vampiros, ahondándonos en sus tradiciones más básicas.

Entre las infidelidades del posadero Shagal, que le para sacando la vuelta a su enorme esposa con su rubia criada, las constantes torpezas de Alfred, los vampiros locos y su chistoso baile victoriano que le da título al largometraje, es el profesor Ambrosius quien te mata de risa a cada rato, una magistral actuación cómica que nos ofrece Jack MacGowran, que es de lo mejor de la película, a quien anteriormente lo había visto interpretar al conflictivo y borracho señor Burke Dennings en el Exorcista.

Es así que El Baile de los Vampiros es un trabajo que evoca cierta nostalgia al cine de antaño, donde los vampiros todavía no estaban deformados en personajes juveniles que traicionan la tradición del género, donde también vemos los inicios, tanto delante como detrás de las cámaras, de uno de los directores malditos del cine.

Nota:
- Román Polanski no quería que Sharon Tate interpretara a Sara en esta película, pues tenía en sus planes a otra actriz, siendo convencido al final. En las grabaciones ambos se enamorarían y se terminarían casando. 

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