Aproximadamente a finales del
siglo XIX, el profesor Ambrosius (Jack MacGowran) y su torpe ayudante
Alfred (Roman Polanski) se embarcan en un viaje por una congelada región
de Rumania en busca de develar los misterios del fenómeno vampírico. Se alojan
en la posada de Shagal (Alfie Bass), donde también vive su hija Sara (Sharon
Tate). Una noche un vampiro secuestra a la hija del posadero, por lo que el
profesor y su ayudante van a su rescate. Este es el argumento de uno de los
primeros largometrajes que dirigió y escribió Román Polanski, allá por el año
1967, llamado El Baile de los Vampiros, aunque su título original
sea The Fearless Vampire Killers (Los intrépidos vampiros
asesinos).
Esta película es una especie de
parodia a las producciones de vampiros de la época, que combina el terror con
el humor fino de situaciones, pero Polanski además le añade un toque erótico y
dramático, remarcando que en sus películas no existe el tan empalagoso “y
vivieron felices…”. A pesar que su argumento es ligero y no profundiza
demasiado en sus personajes, algo atípico en este magistral director, es
compensado con sus hilarantes situaciones, su buena ambientación de la época,
sus dinámicas actuaciones y, por supuesto, la magnífica banda sonora de
Komeda.
El interés amoroso del torpe y
miedoso Alfred por la hija del posadero, Sara, que es una chica con poco pudor
y adicta a bañarse constantemente, es de lo menos logrado en la película, a
pesar de que ambos tengan una gran química y funcionen bien en pantalla, pues
no se profundizan bien en la historia y apenas cruzan algunos diálogos. El
contrapeso argumental se encuentra en la buena introducción de los
protagonistas en el lejano pueblo, familiarizándonos inmediatamente con el
entorno, además de la aparición definitiva de los vampiros, ahondándonos en sus
tradiciones más básicas.
Entre las infidelidades del
posadero Shagal, que le para sacando la vuelta a su enorme esposa con su rubia
criada, las constantes torpezas de Alfred, los vampiros locos y su chistoso
baile victoriano que le da título al largometraje, es el profesor Ambrosius
quien te mata de risa a cada rato, una magistral actuación cómica que nos
ofrece Jack MacGowran, que es de lo mejor de la película, a quien anteriormente
lo había visto interpretar al conflictivo y borracho señor Burke Dennings en el
Exorcista.
Es así que El Baile de
los Vampiros es un trabajo que evoca cierta nostalgia al cine de
antaño, donde los vampiros todavía no estaban deformados en personajes
juveniles que traicionan la tradición del género, donde también vemos los
inicios, tanto delante como detrás de las cámaras, de uno de los directores
malditos del cine.
Nota:
- Román Polanski no quería que
Sharon Tate interpretara a Sara en esta película, pues tenía en sus planes a
otra actriz, siendo convencido al final. En las grabaciones ambos se
enamorarían y se terminarían casando.
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