Ir
a cementerios para tocarle a los muertos. Un virtuosismo apoyado en un síndrome
que sufre una entre diez mil personas. Una vida con un equilibrio perfecto
entre la disciplina y el desenfreno. Una técnica excepcional
proveniente del sacrificio y quizás del inframundo.
Entre
las butacas se cuenta la historia de un niño que era obligado a practicar con
su violín para poder comer. Alguien que sacrificó prácticamente toda
su niñez para perfeccionar su arte en la música. Dedicarse arduamente
desde una temprana edad fue en parte influencia de su padre Antonio Paganini, el que era además de un comerciante
marítimo, un violinista. Mientras más conocimiento el padre le transmitía a su
joven hijo, esté más rápido lo captaba. Su habilidad innata para la música
además de una extraña condición genética le permitió revolucionar cientos de
mentes.
Y
así lo demostraba en su puesta en escena. Niccolo extendía su mano con una flexibilidad
sobrehumana. Sus dedos son como un compás extendido. Esta rara condición en sus
dedos le permitía articular notas que para cualquier otro ser humano serían
imposibles de replicar. Sin embargo, esta flexibilidad no solo se limitaba a
sus dedos sino que también la tenía en sus antebrazos y hombros.
Según
los síntomas que tenia Niccolo, en la actualidad sería diagnosticado bajo el
síndrome de Ehlers-Danlos. Esta extraña condición tiene más de 11 variantes,
por su tiempo de vida de y los padecimientos que sufrió se podría determinar
que se encontraba en la III etapa. Antes se creía que sufría del síndrome de
Marfan, el cual genera una desproporción esquelética y una elevada estatura.
Esta hipótesis quedó descartada al analizar su cadáver, el cual
tenía una estatura promedio.
Al
ver cómo elabora melodías de su violín se nota que sus manos en vez de abarcar
torpemente el instrumento, lo recorren con una aguda precisión, esos
movimientos coreografiados que denotan una delicadeza en cada milímetro.
Su
virtuosismo llena la sala entera, pero su físico contradice todo lo que puedes
percibir por el oído, su aspecto parece ser el resultado de una vida llena de
excesos. Una vida que inexplicablemente tiene un contraste perfecto entre
la disciplina que posee un genio con el desenfreno de un ser
despreocupado.
Alexander Alvarez
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